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Ayer día 4 (oct 09) hizo 10 años que empecé a trabajar en Madrid

Hablando esta noche en casa, con la familia, mi madre ha sacado a la mesa, como cada final de septiembre, los años que hace que me fuí a Madrid. Ella cuenta todos los años por estas fechas que cuando marché a Madrid fue un 27 de septiembre, “del 99”, apostillo yo, “fue el día 4 de octubre de 1999 cuando comencé a trabajar en UNI2”.

Allí nos dejaron mis padres a los dos, en la estación de tren de Calasparra (Murcia), a mí y a mi maleta, a mi maleta y a mí, cual niño parbulario con su camión de plástico el primer día de clase, solos ante lo desconocido (ahora, la educación moderna, invita a los padres a que acompañen a sus niños los primeros días en el cole, en un periodo de adaptación… vaya mariconada, yo me hinchaba a llorar, y no pasó nada, aquí estoy vivo…; si no nos enseñan a combatir desde pequeños, mucho nos quedará por superar de mayores).

Nunca olvidaré la primera noche, 27 de septiembre, por la Gran Vía de Madrid, con mi maleta arrastrando, buscando una pensión dónde dormir, llamando a una, ocupada, subiendo a otra, ocupada, ocupada, ocupada… los coches no dejaban de pasar, la ciudad no descansa. Recorrí todas las pensiones desde Gran Vía hasta Plaza de España, ¿cómo era posible que no hubiese ni una habitación disponible?

Aún me quedaban dos asignaturas por sacar, Antenas y comunicaciones ópticas, además del proyecto fin de carrera. Antenas fue un gran hueso duro de roer (llevando la asignatura al día, y luego dos meses día y noche estudiando solo esa asignatura, full time, y no fui capaz de sacarla en las dos convocatorias del primer año), y eso que las ecuaciones de Maxwell eran aproximaciones, que si llegan a ser exactas, no sé qué hubiese sido de mí 🙂

Hace 10 años, una carta podía cambiar la vida
A pesar de esto, decidí que era el momento de pasar al mundo laboral cuanto antes; la demanda de “telecos” era muy grande durante esos años, aunque podíamos ver algunos signos ya en la lejanía del cataclismo de mercado que se aproximaba (y así fue, el crack de las punto com, pocos años después). Compañeros mios que no dieron el salto ese año, ya no encontraron trabajo de teleco…

Metidos en faena, el verano del 99 eché decenas de curriculums a un montón de empresas; nada de inscribirse por infojob o por internet como ahora, no, esto era imprimiendo decenas y decenas de cartas, y personalizando cada carta en función del perfil que demandaban, para destacar tal o cual faceta más que otra, sobrecito, sellito y besito a ver si había suerte 🙂
Sobre todo quería encontrar trabajo en Madrid, y fue donde eché la mayoría de curriculums; Madrid era lo más grande que me pillaba más a mano, y sabía que iba a aprender mucho profesionalmente; además (o sobre todo?), la química de mi organismo había encontrado años atrás a una chica madrileña (África), y eso pesaba bastante en la balanza…
Sinceramente, creo que en la decisión pesó más la parte emocional que la parte racional, un claro ejemplo de cómo algunas veces, las decisiones emocionales pueden ser tan buenas como las racionales (ver documental de Eduardo Punset en redes, nº 36)

Unas semanas antes, había estado ya en Madrid 3 días, haciendo algunas entrevistas. Tuve la enorme fortuna y suerte (la fortuna se busca, ¿no?), de que me ofrecieron un contrato indefinido en el operador recién creado en España, UNI2 Telecomunicaciones (accionista tecnológico France Telecom). Hice dos entrevistas en UNI2 el mismo día, la primera con RRHH y la segunda con el director del departamento donde iba a trabajar; esto no era normal, pero como le dije a la chica de recursos humanos que marchaba a Murcia al día siguiente, consiguió que me viese mi potencial director ese mismo día.
Al siguiente, cuando estaba cogiendo el tren de regreso a Cehegín, recibí la llamada de Pilar (recursos humanos) para hacerme la oferta; imagínate el flipe que me entró en la cabeza, ¡empezaba a trabajar en Madrid, en una semana, con un contrato indefinido en un operador!

En fin, retomando el hilo de la historia después de este “flash back”. Mi maleta y yo, estación de Calasparra, día 27 de Septiembre del 99; el día 4 comenzaba a trabajar, y sin piso ni nada en la ciudad más grande en la que había estado nunca.
Ahora, alegremente, me veo en aquel momento cuál Paco Martinez Soria llegando a Madrid, capaza en mano con los chorizos colgando, la cesta con la gallina en la otra, y la fritá en una olla dentro, deambulando por la marabunta de la urbe (ahora sonrio, entonces no).
Bien es cierto que contaba con “el soporte” de África, que me echó una mano buscando piso, pero no podía quedarme a dormir en su casa ni nada, y el tema es que tenía que encontrar un piso para alquilar en un par de días, porque el 4 empezaba a trabajar.

Nunca olvidaré la primera noche, 27 de septiembre, por la Gran Vía de Madrid, con mi maleta arrastrando, buscando una pensión dónde dormir, llamando a una, ocupada, subiendo a otra, ocupada, ocupada, ocupada… los coches no dejaban de pasar, la ciudad no descansa. Recorrí todas las pensiones desde Gran Vía hasta Plaza de España, ¿cómo era posible que no hubiese ni una habitación disponible?; estaba desesperado, hasta que por fin, casi a las doce de la noche, en la calle Fuencarral me dieron cobijo. Pasé allí esa noche y la siguiente; la tercera dormí ya en el minipiso (zulo) que habíamos encontrado, en General Díaz Porlier, la calle que está al lado “delcortinglés” de Goya, y allí que estuvimos casi un par de años mi compi Tomás Durán y yo. Aquel día puse “un flag” que marcaba el comienzo de una nueva etapa en mi vida.

Una historia nada especial, que han vivido como yo muchos otros, pero que quiero compartir con todos, especialmente con los jóvenes  que buscan alcanzar alguna meta en su vida;  sin esfuerzo, no hay recompensa.

Quien no ha pasado malos momentos, no sabe apreciar los buenos.

Sí mamá, este año ya hace 10 que me fuí a Madrid, y con 33 pintando canas, toca cambiar de ciudad el año que viene 😛

un abrazo,
aabrilru

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