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El equilibrio: tensión > locomoción > alivio

«Equilibrio». Autor: Franja. Licencia: Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Generic (CC BY-NC-ND 2.0)

«Equilibrio». Autor: Franja. Licencia: Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Generic (CC BY-NC-ND 2.0)

A lo largo de la vida he ido pasando por distintas etapas a las que de forma no premeditada fui poniendo título —me doy cuenta ahora, echando la vista atrás.
La que viví alrededor de 2010 la llamé «En busca del equilibrio». Por aquel entonces elaboré una curiosa (y muy evidente y simplista) teoría de andar por casa, aunque más que teoría podríamos llamarla metáfora, sobre la necesidad de encontrar el equilibrio en la vida.

Una noche tomando unas cañas en La Barandica con mi bro Semi la compartí con él. Le conté que pensaba que la vida era como una balsa construida con bidones.

Balsa hecha con bidones

Balsa hecha con bidones

Cada bidón era como un pilar fundamental. Si un bidón estaba más inflado o era más grande que otro la balsa perdía el equilibrio y podía hundirse. Nuestro empeño diario debía estar en mantener todos los bidones más o menos igual de inflados para conseguir mantenernos a flote. A esto es a lo que yo llamaba «buscar el equilibrio» y es lo que trataba de hacer por aquellos entonces.

Con el transcurso del tiempo y el estudio de Psicología (y otras disciplinas) he ido descubriendo, tristemente para mí, que las teorías que un día pensé fruto de mi iluminación ya fueron alumbradas y reflexionadas por muchos otros mucho antes que yo —si algún día creí haber descubierto algo nuevo debí considerarlo una muestra de ignorancia, cuando no de arrogancia (o ambas).

Respecto a mi ignorante teoría del equilibrio que por aquel entonces consideré original se ha escrito mucho. Esta historieta me ha venido a la conciencia precisamente por la aportación que Kurt Lewin hizo a este respecto y que leo durante mi estudio de Historia de la Psicología —y dejo por aquí para no olvidar:

«Por otra parte, la relación entre persona y medio está en permanente cambio. El equilibrio entre ambos es sumamente precario y constantemente se ve alterado, bien por necesidades internas a la persona, bien por incitaciones externas procedentes del medio. La ruptura de este equilibrio produce una tensión que da origen a algún movimiento o actividad del sujeto («locomoción», en la terminología lewiniana) orientado a restaurarlo. De este modo, la conducta humana supone un flujo constante de la secuencia tensión-locomoción-alivio. Los objetos del espacio vital que se perciben como posibles reductores de la tensión generada adquieren así para el sujeto un determinado valor positivo o de atracción («valencia positiva», lo llamó Lewin); los objetos que impiden o frustran la reducción de la tensión, en cambio, producirán su rechazo y poseerán por tanto «valencias negativas» que llevarán al individuo a evitarlos o alejarse de ellos».

Si algún día soy capaz de descubrir algo original, tranquilos, os lo haré saber; mientras tanto, seguiré buscando el equilibrio 🙂 .

¡Abrazos y abrazas!
Angel.

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A veces podemos volar…

Cruzando Los Claveles/Peñalara en el GTP2013 (110Km 3000d+). A veces podemos volar.

Cruzando Los Claveles/Peñalara en el GTP-2013 (110Km 3000d+).
A veces podemos volar.

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Sobre la admiración a los famosos y sobre Pencho

Bajaba por la Cuesta del Parador, camino de la biblioteca, absorto en el artículo de este mes.

– Voy a empezar contando la situación personal que me ha evocado el tema y luego pasaré a explicar que como siempre, las leyes de la gestión, son las mismas para la vida personal que para las organizaciones -pensaba mientras caminaba- y entonces, contaré la teoría de Covey de las “cuentas corrientes” que cada uno de nosotros tenemos en el otro… y que no siempre debemos pretender ganar en todas las transacciones, que debemos ver las relaciones y los negocios con una perspectiva a largo plazo que integre cada una de las minitransacciones diarias, que debemos invertir en las personas… -seguía estructurando el artículo en mi cabezota.

En esas iba cuando al dar la curva para meterme en Ginés de Paco y de Gea he visto un papel con mala pinta colgado en la puerta de la casa de los padres de mi amigo Fernando. Ayer murió en Madrid su tío Pencho, con 72 años.

Ya no voy a escribir este mes sobre la teoría de Covey.

Pocas veces en mi vida he sido seguidor de la gente “famosa”. A veces, en alguna conversación surge el nombre de Fulano de Tal, campeón de marathon, de Mengano de Pascual, famoso ultrafondista o de Federico de Maspallá, reconocido empresario. Qué queréis que os diga, no conozco a ninguno.

Normalmente mi atención no suele centrarse en las estrellas que producen titulares, en los que son protagonistas de impresionantes vídeos o en los que suben al podium (deportivo, académico o profesional), sino más bien en los que hay detrás.

Prefiero conocer la historia del último que ha cruzado la meta antes que la del primero.

También admiro a algunos famosos, claro Continue Reading

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La gallina de los huevos de oro: busca el equilibrio

Y es que la fábula, vista desde otra perspectiva, tiene su miga…
De entre algunas versiones que he visto, copio aquí una que me ha gustado mucho, de un libro de Stephen R. Covey (copio a manubrio…):

Esopo cuenta que un pobre granjero descubrió un día que su gallina había puesto un reluciente huevo de oro. Primero pensó que debía tratarse de algún tipo de fraude. Pero cuando iba a deshacerse del huevo, lo pensó por segunda vez, y se lo llevó para comprobar su valor.

¡El huevo era de oro puro!. El granjero no podía creer en su buena suerte. Más incrédulo aún se sintió al repetirse la experiencia. Día tras día, se despertaba y corría hacia su gallina para encontrar otro huevo de oro. Llegó a ser fabulosamente rico; todo parecía demasiado bonito como para que fuera cierto.

Pero, junto con su creciente riqueza, llegaron la impaciencia y la codicia. Incapaz de esperar día tras día los huevos de oro, el granjero decidió matar a la gallina para obtenerlos todos de una vez. Pero al abrir el ave, la encontró vacía. Allí no había huevos de oro, y ya no habría modo de conseguir ninguno más. El granjero había matado a la gallina que los producía.

Comparto con vosotros esta fábula de Esopo, que nos abre un interesante tema: el equilibrio entre “producción” y “capacidad de producción”.

La gallina de los huevos de oroEntiende estos términos, no solo desde el punto de vista empresarial al que asociamos cotidianamente estos conceptos, sino también desde el punto de vista de la gestión personal. Producción lo podemos interpretar como los resultados deseados en cualquier faceta de nuestra vida, y capacidad de producción como la aptitud o los medios que usamos para conseguir esos resultados.

Piénsalo. Nuestro bien personal económico más importante no son los bienes materiales que podamos poseer en un momento determinado, sino nuestra capacidad para crear valor (y que nos paguen dinero por ello, si es lo que buscamos). Una vez más, el quid está en el equilibrio. Nunca puedes dejar de invertir en tu “capacidad de producción”, a la vez que sacas provecho de tu “producción”. El dilema está en hallar el equilibrio. Busca el equilibrio, my friend 🙂

Mantener el equilibrio entre los huevos de oro (la producción) y la salud y el bienestar de la gallina (capacidad de producción), suele exigir un juicio delicado.

¿o no?,
aabrilru

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