Etiqueta: libertad de elegir

qué suerte trabajar en eso…pon un fin en tu mente

Me gusta ir a comprar al nuevo supermercado DIA de Cehegín. Sí, yo también era un evangelizador de MERCADONA de toda la vida; admiro la impresionante política de expansión (y de buena gestión, sobre todo con sus trabajadores), de Juan Roig, pero nunca perdonaré la gestión que hicieron en el 2009, de eliminar más de 800 referencias del lineal (“Mercadona ya no me quiere”): ¡no señor, no me quites el Colgate Total con Blanqueador, por favor!.

Realmente, solo había comprado en DIA algunas veces puntuales durante el año que estuve viviendo en Gral DIADíaz Porlier, la calle que hace esquina con El Corte Inglés de Goya (Madrid), aunque frecuentemente, hacía las compras principales en el CHAMPION de Conde de Peñalver (ambos franceses, para variar…).

Confirmando la teoría de mi madre de “que estoy cambiando”, decidí probar a hacer la compra en DIA cuando cambió de dirección (en Cehegín), hace unos meses. Renovaron el super, y ya no tienen la política de “bajo coste” tan agresiva como LIDL, en cuanto a tener las cosas en palets y tal. Ahora es un super, con la misma presencia en los líneales como el resto de supermercados habituales, no como los “supermercado descuento”, del tipo LIDL o ALDI. Además, me conquistó la primera vez que entré,

champion

tienen entre sus referencias la PEPSI MAX, que resulta realmente difícil de pescar, y es mi refresco de cola habitual cuando lo encuentro (si no, Coca cola ZERO, claro, y si no hay ZERO, Coca Cola normal; light no, gracias). En el SUPERCOR también tienen la PEPSI MAX.

En esas estaba yo, en la tarea de la compra semanal, en el DIA, cuando me encontré a un conocido que me preguntó por mi aventura en los Carros de Foc:

– ¿Qué tal te fué en tu aventura por los Pirineos? – me dijo
– Ah, pues muy bien, la verdad es que fue toda una experiencia, sobre todo por lo que había que preparar de logística y eso. Ya lo verás cuando publique el vídeo que estoy preparando, que sale sangre y todo – le comenté sonriendo.

– Jo, madre mía, estás hecho una máquina

aldi

– Qué va, no es para tanto tio, tan solo es cuestión de proponérselo, en serio, cualquiera lo podría hacer – dije
– Oye, y ahora que te veo comprar a estas horas, ¿tú en qué trabajas? – siguió la conversación.

– Pues, la verdad, es que es un poco difícil de explicar, vamos, que no trabajo en un sitio fijo. En realidad, trabajo donde haya algo para sentarse y una conexión a internet, y prácticamente a cualquier hora del día – comencé con el argumento habitual que esgrimo ante esta tesitura a la que me enfrento con mucha frecuencia, “¿y tú qué es lo que haces, nene?”.

– ¿Cómo?
– Pues sí, básicamente, soy socio de dos empresas de tecnología, una que está en Madrid y otra que está aquí en Cehegín, cosas de telecomunicaciones, internet y todo eso, y yo me encargo de hacer trabajos para esas empresas, y luego como consultor independiente, sobre estos temas, aunque sobre todo haciendo cosas relacionadas con el marketing y tal, vamos, un emprendedor sin un sueldo fijo y esperando ver los resultados de la empresa cada trimestre para poder ver si veo un pavo. Por eso te digo, que en realidad, puedo trabajar donde tenga algo para sentarme, y una conexión a internet, y poco más, igual trabajo de madrugada, que por la mañana, que por la tarde, que 72 horas seguidas sin descanso, que me tiro 5 días reflexionando sobre alguna cuestión metafísica –  el personaje en cuestión me miraba como si estuviese viendo a un marciano, con una sonrisa cercana a la incredulidad.
– Vaya crack que eres macho, qué “suerte”, anda que no “hay que ser listo” y tener inteligencia para eso – prosiguió.
– ¡De inteligencia nada tio! – le respondí con cara un poco seria – aquí no hay nada de inteligencia tio, de hecho, siempre he sido más tonto que la mayoría de los de mi clase. ¿Tú qué querías hacer cuando eras pequeño?, ¿dónde querías llegar?, ¿pusiste los medios para llegar dónde querías o ni tan siquiera te lo planteaste? – el otro atendía al verme un poco serio, en plan clase magistral – aquí no se trata de ser más o menos listo, se trata de trabajar y tener las cosas claras, plantearte dónde quieres llegar, y dar los pasos para ello. Tio, ¿tú no estás dónde quisiste estar?, en la vida no se trata de inteligencia macho, se trata de trabajo y tener claro hacia dónde quieres fijar el rumbo, de inteligencia nada, pensar hacia dónde quieres ir y poner los medios para ello. Que seguro que tú eres mucho más “inteligente” que yo. Es tener las cosas claras – concluí esperando su aceptación.
– Sí, anda que no, es verdad. Bueno, te dejo que sigas comprando. Nos vemos.
– Venga, hasta luego – nos despedimos sonriendo.

EL PODER DE ELEGIR.

Gracias a Dios, la mayoría de la gente camina con rumbo en la vida, pero hay gente que no. Viene a colación la manida frase de Séneca “para quien navega sin rumbo, ningún viento es favorable”. Así es, aquellas personas que no saben hacia dónde caminan, ¿dónde pueden llegar?, tal vez donde determinen otras personas o el azar.
Me gustaría reflejar en mi reflexión varias ideas. La primera de ellas, es que el hombre (como especie), se diferencia entre otras muchas cosas de los animales, en su capacidad de decisión, en su libertad de elegir. Los entendidos en la materia, dicen que los hombres tenemos los privilegios de la autoconciencia,  la imaginación, la conciencia moral y la voluntad independiente; esto nos diferencia de los animales.
En cada momento podemos elegir, podemos establecer nuestro propio guión dentro del contexto en el que vivimos, incluso, podemos cambiar el contexto en el que vivimos (si tenemos libertad, que es el principal principio de la humanidad).
Los animales, no tienen esa capacidad. Los animales están donde su contexto les ha llevado; básicamente, tienen la vida previamente preestablecida en un guión. El hombre no. Nosotros, podemos elegir.
La mayoría de las personas, eligen qué hacer en su vida. Otras, las menos, ponen su vida en manos de los demás, y no solo son “un barco sin rumbo”, porque no tienen un fin en mente, sino que ni tan siquiera llegan a ser “un barco” como tal, porque son dependientes de las decisiones de los demás: no tienen un guión establecido y previamente meditado por sí mismas, sino que su vida se construye a base de decisiones que toman los otros. No son conscientes, de que el hombre, tiene la capacidad de elegir.

Adquirir la conciencia de que podemos elegir, es el paso previo a tomar la decisión. Bien es cierto, que podemos tomar la decisión de no elegir, aunque ya estaríamos tomando una decisión (off: ¿cómo se llamaba esto en lógica proposicional?)

Desde el punto de vista de la planificación estratégica, tener un fin en mente, un objetivo en la vida, sería la visión estratégica, hacia dónde queremos llegar. El día a día lo resolvemos con pequeñas decisiones operativas, con acciones, pero alineadas siempre con la planificación estratégica previamente planteada y meditada. Meditas, piensas a largo plazo, te proyectas, fijas rumbo, y vas dando un paso tras otro, con ese rumbo en tu mente.

Uno puede querer ser un vagabundo en la vida, ser un alto ejecutivo, ser carpintero, ser un mantenido por su mujer, ser un profesional del derecho, ser un funcionario excelente, ser un gran aficionado al futbito, tener una familia feliz, encontrar y compartir su vida con una gran pareja… uno puede marcarse muchos “fines en su mente”; en esta reflexión, no estoy elucubrando desde el punto de vista profesional solamente, sino abarcando todas las facetas sociales y personales del hombre.

Si finalmente tomamos la “decisión de elegir“, y sabemos dónde queremos llegar (reflexión y meditación), hemos marcado nuestro fin en mente, tocaría actuar en consecuencia.
De nada serviría decir “quiero estar cachas”, y llevar una vida sin hacer ejercicio o sin pisar el gimnasio, o sin operarme de cirugia; es evidente, que se requieren unas acciones para conseguir ese fin. De nada serviría decir “quiero encontrar trabajo”, y estar en casa, diciendo lo malo que es estar parado, esperando a que alguien venga a ofrecernos el empleo de nuestra vida. De nada serviría decir “quiero ser notario”, y dedicar la mayoría de tu tiempo desde pequeño, a estar viendo la televisión, cuando sabes que para ser notario tendrás que estudiar durante 10 años 16 horas al día (por ejemplo). De nada serviría decir “quiero ser un gran músico”, y no estar 18 horas al día tocando el instrumento que nos gusta, estudiando música, practicando, para conseguir ser el mejor.
En cada momento, en las pequeñas decisiones de la vida (acciones), si quieres conseguir tu fin en mente, deberás ser coherente con tu estrategia. Evidentemente, eso supone sacrificios, sí, y a veces te podrás saltar ciertas cosas (¿voy al concierto, o me quedo estudiando?, ¿hago esta oferta ahora, o la termino mañana?, ¿viajo a Barcelona, o me quedo en Madrid?), pero en suma, en tus pequeñas decisiones del día, el resultado debería estar próximo a tu estrategia.
Si un día, decidiste estudiar una carrera (esa fue la estrategia que te planteaste), y no estudias cada día para “sacarte la carrera”, no eres coherente con la estrategia que te planteaste, y al primero al que estás engañando es a tí mismo. En realidad, lo de estudiar la carrera, te lo fijaste, porque querías hacer edificios, que era tu fin en mente superior, y hacer edificios, te iba a permitir llevar un buen nivel de vida, y eso, junto con tener 4 hijos (que es otro fin en mente), más otras tantas cosas, te daría como resultado la felicidad personal.
Si estos fueron los fines en mente que te marcaste (estrategia), y en tu día a día (acciones), no eres coherente con ellos, es probable que no los consigas.

El fin en mente puede cambiar a lo largo de la vida, por supuesto, y es habitual. El quid está en tomar la decisión, la reflexión, y actuar consecuentemente, independientemente de que el fin en mente sea uno u otro según otras variables.

El poder que tenemos los hombres, lo que nos ha convertido en los seres que ocupan el vértice superior de la escala evolutiva, son estos privilegios, que nos dan la capacidad de elegir. Es probable que quien no los use, esté más cerca de la parte baja de la pirámide evolutiva, que de la parte alta, es decir, muy grossamente hablando, “sea más animal que hombre”.

Piensa: ¿tienes tu propio guión establecido o te lo marcan los demás?, ¿tienes un fin en tu mente?, ¿eres coherente en tu día a día con ese fin?.

Y aquí dejo la foto del LIDL 🙂

aabrilru

lidl

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